El mal llamado "Tren Maya"

Breve descripción del conflicto
El Tren Maya es un megaproyecto de infraestructura ferroviaria en el sureste de México que, lejos de ser un simple medio de transporte, se ha convertido en un eje central del modelo extractivista en la región. Con el argumento de impulsar el desarrollo, el tren facilita la expansión de megaproyectos turísticos, agroindustriales y energéticos, promoviendo la privatización de tierras comunales y el desplazamiento de comunidades indígenas y campesinas y una pérdida de su cultura, relegándola al folclor y al pasado. Su construcción está ligada a la implementación de polos de desarrollo que favorecen a empresas privadas y fomentan la especulación inmobiliaria, mientras que también refuerza el modelo de explotación de recursos naturales, impulsando la generación de energía a través de proyectos eólicos, solares y gasíferos.
A pesar de ser presentado como un proyecto de desarrollo sostenible, el Tren Maya ha generado impactos ambientales y sociales significativos, incluyendo la destrucción de ecosistemas y la fragmentación del tejido comunitario. Su implementación ha sido respaldada por políticas gubernamentales que han recurrido a la militarización y a consultas deficientes con las comunidades indígenas, deslegitimando su derecho a la autodeterminación. En este sentido, más que una propuesta de desarrollo inclusivo, el proyecto representa la continuidad de un modelo colonial que reconfigura el territorio en función de intereses empresariales y transnacionales, consolidando dinámicas de despojo y explotación bajo la retórica del progreso y la modernización.
[-89.104895, 19.880222]
Actores involucrados en el caso
Actores promoventes del proyecto
FONATUR (Fondo Nacional de Fomento al Turismo)
Ejercito Mexicano
La Cuarta Transformación o el gobierno de AMLO (Andres Manuel López Obrador) (2018-2024) y su continuidad por el actual gobierno dirigido por Claudia Sheinbaum (2024-2030).
Empresas nacionales y trasnacionales
Actores en oposición al proyecto
Comunidades y pueblos indígenas
Consejo Regional Indígena y Popular de Xpujil (CRIPX)
MUUCH' XÍIMBAL
Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza.
Consecuencias documentadas
El mal llamado Tren Maya es parte de un megaproyecto de reconfiguración territorial en el sur-sureste de México que ha generado un grave impacto ambiental y social.
- Impactos ambientales y ecológicos:
- Deforestación y alteración del territorio: Se estima que más de 6,659 hectáreas han sido deforestadas, muchas sin autorización legal. Además, la construcción del tren ha incrementado la demanda de materiales, afectando ecosistemas forestales y ejidales.
- Daño a acuíferos y cenotes: La Península de Yucatán tiene un suelo kárstico frágil con ríos subterráneos y cenotes en riesgo. El aumento de la capacidad de carga turística y urbana amenaza estos ecosistemas esenciales para la biodiversidad y el acceso al agua.
- Impacto sobre la biodiversidad: La fragmentación de hábitats pone en peligro especies de flora y fauna locales, además de los 7,000 yacimientos arqueológicos identificados en la zona.
- Impactos sociales y culturales:
- Despojo de tierras y pérdida de autonomía: El tren facilita la privatización de tierras comunales mediante la especulación inmobiliaria y la creación de "polos de desarrollo", lo que afecta directamente a las comunidades indígenas y campesinas.
- Mercantilización de la cultura maya: El proyecto instrumentaliza la identidad maya como atractivo turístico sin incluir a las comunidades en la toma de decisiones ni en los beneficios económicos, promoviendo un modelo de "etnodesarrollo" impuesto desde el Estado.
- Ausencia de consulta indígena adecuada: Se violaron los principios de consentimiento libre, previo e informado (Convenio 169 de la OIT), al no garantizar un proceso genuino de participación comunitaria.
- Impactos económicos y geopolíticos:
- Expansión del extractivismo: El Tren Maya no solo transportará pasajeros, sino que facilitará el comercio de mercancías derivadas de la agroindustria, minería, energía y turismo, profundizando un modelo de extracción y explotación de recursos.
- Conexión con megaproyectos de infraestructura: Está ligado a otros proyectos como la refinería Dos Bocas y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, promoviendo la integración de la región a circuitos globales de producción y exportación.
- Exclusión y beneficios para grandes corporaciones: El proyecto responde a intereses empresariales nacionales e internacionales, con incentivos fiscales y regulaciones flexibles que favorecen a compañías privadas en detrimento de las comunidades locales.
- Militarización y represión:
- Imposición del proyecto como "seguridad nacional": En 2021, el gobierno declaró el Tren Maya un proyecto de "interés público y seguridad nacional", lo que ha permitido su construcción sin transparencia y bajo control militar.
- Criminalización de la oposición: Defensores del territorio y ambientalistas han sido estigmatizados y perseguidos por cuestionar el proyecto, en un contexto donde México es uno de los países más peligrosos para activistas ambientales.
En conjunto, el Tren Maya representa una transformación radical del territorio en beneficio del capital, consolidando un modelo extractivo que amenaza la biodiversidad, despoja a comunidades indígenas y campesinas, y profundiza la dependencia económica de la región a intereses empresariales y transnacionales. Su construcción ha llevado a la deforestación de 6,659 hectáreas, muchas de ellas sin autorización para cambio de uso de suelo, y ha incrementado la demanda de materiales con la apertura de 185 bancos que han afectado 1,055 hectáreas de propiedad ejidal. Este proyecto se articula con otras infraestructuras extractivas como la refinería Dos Bocas y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), cuyo objetivo es conectar el Golfo de México con el Pacífico como una alternativa al Canal de Panamá. La expansión de estos corredores industriales se realiza bajo un modelo de enclaves con exenciones fiscales y flexibilización de regulaciones laborales, facilitando el ingreso de capitales transnacionales y la privatización de 2,985 hectáreas de tierras comunales bajo la figura de “polos de bienestar”. Además, se prevé la construcción de gasoductos y plantas de exportación de gas natural para abastecer mercados en Europa, Asia y América Latina.
Movilizaciones y estatus del caso
Desde 2018, cuando el proyecto fue anunciado durante la campaña política de AMLO, diversas comunidades y grupos han manifestado su oposición y expresado preocupaciones sobre sus impactos, la falta de consultas adecuadas y las deficiencias en las Manifestaciones de Impacto Ambiental (MIA). Según Naciones Unidas, las consultas no cumplieron con los estándares constitucionales ni con el Derecho Internacional en México, mientras que las MIA fueron presentadas de manera fragmentada, desarticulada y con escasa transparencia.
Varios colectivos y organizaciones locales han denunciado públicamente estos impactos y documentado sus consecuencias. Algunos incluso lograron obtener amparos para suspender la construcción, pero estos fueron ignorados por el gobierno federal, en gran parte gracias a la creación de un estado de excepción que pronto se convirtió en la norma. En 2021, el gobierno de AMLO declaró este y otros megaproyectos como de "interés público y seguridad nacional", asegurando su continuidad a pesar de la pandemia global. Aprovechando el estado de emergencia derivado de la crisis sanitaria y colocando al ejército a cargo, el gobierno desplegó una estrategia de contrainsurgencia para acallar toda oposición al proyecto. En esta misma línea, a finales de 2024, el gobierno federal anunció una licitación para implementar un sistema de control de contenido y monitoreo de la información publicada sobre el Tren Maya.
Explicación detallada del caso
El ‘Tren Maya’ se refiere a un proyecto de transporte ferroviario de 10 mil millones de dólares que abarca 1,500 kilómetros y atraviesa cinco estados del sureste de México, con una fecha de finalización prevista para 2024 (TIDN, 2023). Sin embargo, el término ‘Tren Maya’ es en realidad un nombre inapropiado: ni es maya ni es solo un tren.
El tren transportará pasajeros (aumentando el número de turistas en una zona ya ambientalmente frágil) y mercancías (facilitando la extracción y el transporte de combustibles a través de la península). Como ha documentado el Colectivo Geocomunes (2024), el Tren Maya es en realidad parte de un conjunto más amplio de proyectos de infraestructura a gran escala que buscan ‘desarrollar’ la región interconectando y reordenando el sur y sureste del país. A escala local, el tren ha provocado una privatización y parcelación masiva de tierras comunales, despojando a las comunidades de su autonomía y erosionando los medios de vida campesinos e indígenas, así como la cohesión comunitaria en la región (Torres Mazuera, 2022).
Los ‘polos de desarrollo’ planificados a lo largo de la infraestructura ferroviaria –12 paradas y 9 estaciones– otorgan incentivos especiales a empresas privadas y, de manera indirecta, fomentan tácticas de despojo de tierras para facilitar la expansión de corporaciones privadas en sectores como vivienda urbana, turismo, agroindustria, infraestructura energética, minería y conservación de la biodiversidad (Ruelas & Dunlap, 2023; Torres-Mazuera et al., 2021).
El tren también forma parte de un megaproyecto más amplio diseñado para el ‘desarrollo’ del sureste de México, que incluye una nueva refinería en Tabasco y el llamado Corredor Interoceánico, un proyecto para conectar ambos océanos mediante otro tren y la expansión de polos de desarrollo. Geocomunes (2020) ha señalado que el proyecto permitirá una mayor integración con los mercados de América, Europa y Asia, ya que la zona alberga al menos el 84% de todas las reservas probadas de petróleo, así como otros minerales, agua y tierras que han sido declaradas ‘ociosas’ y, por lo tanto, disponibles para la inversión. Estas áreas también han sido designadas como ‘zonas francas’ con reducción de impuestos y facilidades para la inversión. Además, el proyecto facilita el control y la explotación de una fuerza laboral barata generada por la población migrante que cruza la frontera sur de México.
La incorporación de grandes extensiones de tierras comunales al mercado inmobiliario para el desarrollo urbano, turístico, energético o agroindustrial ha generado una profunda reconfiguración espacial de la Península de Yucatán, impulsando un aumento tanto en la demanda como en la generación de energía (Geocomunes, 2024; Tornel, 2023b). El tren facilita la generación de energía a través de proyectos iniciados durante la liberalización del sector eléctrico (que incluyó la aprobación de 20 parques eólicos y 18 solares, de los cuales 5 ya están operativos) mediante subastas de energía y mecanismos de autoabastecimiento (CCMSS, 2019). Sin embargo, también actúa como un mecanismo de apropiación de tierras por parte de empresas energéticas, agroindustriales y de desarrollo urbano, así como de grandes grupos hoteleros que buscan ‘diversificarse’ mediante la adquisición de nuevas áreas bajo el pretexto de promover un desarrollo ‘verde’ o ‘sostenible’ (Geocomunes, 2024). En esencia, el tren actúa como un eje central del extractivismo verde/gris en la región.
El proyecto ha sido justificado bajo el argumento de traer un desarrollo sostenible que ‘aumente los beneficios económicos del turismo en la Península de Yucatán, generando empleos, protegiendo el medio ambiente, desalentando actividades como la tala ilegal y el tráfico de especies, y promoviendo la planificación territorial en la región’ (PND, 2019). Sin embargo, como lo expresó un defensor del territorio:
Llamar sostenible a este proyecto no es más que una continuación de lo que ya ha estado ocurriendo aquí: la mercantilización y fetichización de la cultura maya, convertida en una mercancía en nombre de un bien superior: crecimiento económico, empleos, turismo, desarrollo.
Bajo la fachada de la ‘sostenibilidad’, el gobierno ha aprobado la construcción de dos nuevas plantas de gas en Mérida y Valladolid, así como dos nuevos gasoductos: uno que traerá gas de fracking (Puerta al Sureste) desde Estados Unidos y otro que expandirá el gasoducto Mayakan (Geocomunes, 2024). También está promoviendo nuevos proyectos de generación eólica y solar vinculados a la infraestructura directa e indirecta creada por el llamado ‘Tren Maya’ (FONATUR, 2021).
El tren es el elemento que articula estos proyectos, es la pieza faltante del rompecabezas para lograr la integración del proyecto colonial y desarrollista en la península, un proceso que ha estado en marcha durante los últimos 500 años. Durante años, esta tierra fue considerada ‘inviable para el desarrollo’ porque la gente se negó a ser categorizada como desecho. Irónicamente, fue AMLO, un supuesto ‘izquierdista’, quien con el argumento de traer ‘desarrollo sostenible’ logró convencer a algunas personas de que ‘necesitan desarrollo’.
En 2021, en medio de un creciente número de amparos y desafíos legales, el gobierno aprovechó la pandemia de COVID-19 y los confinamientos para declarar el proyecto como de ‘interés público y seguridad nacional’ (DOF, 2021). En esa misma declaración, el gobierno anunció que el proyecto sería construido y supervisado por el ejército, lo que tuvo un efecto disuasorio sobre cualquier forma de disidencia.
Además de su impacto ambiental –se estima una reducción del 15 al 50% en la biodiversidad natural de la región (Zambrano, 2023)– el tren plantea serias preocupaciones sobre los derechos indígenas. En 2019, se promovió una consulta de Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI) en los cinco estados del sureste, pero no logró presentar de manera adecuada los impactos reales del proyecto (UNHCR, 2019). Como mencionó una de las personas entrevistadas:
La ingeniería social siempre ha estado presente en la implementación de proyectos de infraestructura a gran escala. A través de la consulta de CLPI y con la retórica de la sostenibilidad o la descarbonización como meta última, se ha encontrado una nueva forma de justificar la ocupación colonial de las tierras mayas y de ejecutar una muerte lenta sobre un proyecto de resistencia que ha durado más de 500 años.
Referencias
Ceceña, A. E. (2019). Megaproyectos para el Mercado Mundial. In, Ana Esther Ceceña y Jordi Avances de Investigación. Tren Maya. Observatorio Latinoamericano de Geopolítica. UNAM.
CIDH. (2024). Resolution. Retreived February 22, 2024, from https://corteidh.or.cr/docs/asuntos/solicitud_22_02_2024_spa.pdf
DOF. (2021). Acuerdo por el que se instruye a las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal (…)’ Diario Oficial de la Federación. Available at: https://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5635985&fecha=22/11/2021#gsc.tab=0
FONATUR. (2021). Proyecto regional del Tren Maya. Available at https://www.gob.mx/fonatur/acciones-y-programas/proyecto-regional-tren-maya
Geocomunes. (2018). El Tren Maya. Un proyecto de articulación territorial en la Península de Yucatán”. https://geocomunes.org/Analisis_PDF/TrenMaya.pdf
Geocomunes. (2020). “Análisis general del proyecto de Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.” Available at: http://geocomunes.org/Analisis_PDF/GeoComunes_Trans%C3%ADstmico_22Abril2020.pdf
Geocomunes. (2024). Reestructuración Energética de México. Subordinación territorial en el noroeste y el sureste de México. Colectivo Geocomunes.
Giraldo, O. F. (Ed.). (2022). Conflictos entre mundos. Negación de la alteridad, diferencia radical, ontología política. Ecosur.
Gobierno de México. (2023). Polos de Desarrollo para el Bienestar. https://www.gob.mx/ciit/articulos/polos-de-desarrollo-para-el-bienestar-podebis?idiom=es
Santiago, A. (2022). Sembrando Vida: contrainsurgencia, neoliberalismo y uso clientelar. Avispa Midia. Available at https://avispa.org/sembrando-vida-contrainsurgencia-neoliberalismo-y-uso-clientelar/
Tornel, C. (2023b). Energy justice in the context of green extractivism: Perpetuating ontological and epistemological violence in the Yucatan Peninsula. Journal of Political Ecology, 30(1), 1–27. https://doi.org/10.2458/jpe.5485
Tornel, C. (2024). Development as terracide: sacrifice zones and extractivism as state policy in Mexico. Globalizations, 1–25. https://doi.org/10.1080/14747731.2024.2424075
Torres-Mazuera, G., Deniau, Y., Velázquez, S., & Flores, J. (2021). Extraer lo (in)productivo de las tierras comunales en el siglo XXI: Acaparamiento de tierras y expansión capitalista en la Península de Yucatán. Trace, 80(80), 138–170. https://doi.org/10.22134/trace.80.2021.794
Torres Mazuera, G. (2022). Dispossession through land titling: Legal loopholes and shadow procedures to urbanized forestlands in the Yucatan Peninsula. Journal of Agrarian Change, 1–19.
Tribunal Internacional por los Derechos de la Naturaleza (TIDN). (2023). Veredicto del Caso Tren Maya. https://www.rightsofnaturetribunal.org/wp-content/uploads/2023/07/Tren-Maya-FINAL-26.06-SIN-firmas-VERSION-FINAL.pdf
Veiga, J. (2019). La cuarta transformación viaja en tren. In En Avances de investigación Tren Maya. Ana Esther Ceceña y Josué G. Veiga. Observatorio Latinoamericano de Geopolítica (pp. 11–52). UNAM.
Casos relacionados

Petacalco

La Comunidad de El Bosque, Tabasco
